deboramelcoso
Animal
- Registrado
- 2015/05/04
- Mensajes
- 2.094
- Sexo
Iba al baño y apagaba la luz. Me aseguraba que no existiera ninguna fuente de luz externa. Si había, intentaba cubrirla. La idea era la oscuridad total. Luego venía el silencio, el que debía ser absoluto.
El siguiente paso era ubicarme en medio de esa oscuridad y silencio y empezar a girar sobre mí varias veces, con los ojos cerrados, hasta desorientarme totalmente.
Una vez desorientado comenzaba el juego. Consistía en saber en qué posición estaba respecto de mi entorno sin ocupar manos ni ojos, solo la audición y la " noción" del espacio que podía quedar.
El resultado era abrumador. Llegaba un punto en que desesperaba no saber la relación con lo que rodeaba, lo que obligaba a tantear y buscar una pista y luego pensar sobre ella.
Cuando lograba " creer" dónde estaba y coincidía con mi entorno, sin haber usado ninguna " pista" me sentía tremendamente feliz.
Por el contrario, cuando no lograba saber mi posición y con las " pistas" dibujaba mentalmente dónde estaba, se producía en mi cabeza una sensación muy desconcertante. O sea, si desorientarse era difícil de asimilar, orientarse por fracciones y que eso no coincidiera con la noción que mi cabeza tenía del lugar que ocupaba, era una ensalada de neurotransmisores exaltados y confundidos.
Ya más de adulto seguí con el juego, pero menos. Cuando voy al campo se puede hacer mejor por el silencio y la oscuridad, pero es más desesperante por ese mismo motivo.
El siguiente paso era ubicarme en medio de esa oscuridad y silencio y empezar a girar sobre mí varias veces, con los ojos cerrados, hasta desorientarme totalmente.
Una vez desorientado comenzaba el juego. Consistía en saber en qué posición estaba respecto de mi entorno sin ocupar manos ni ojos, solo la audición y la " noción" del espacio que podía quedar.
El resultado era abrumador. Llegaba un punto en que desesperaba no saber la relación con lo que rodeaba, lo que obligaba a tantear y buscar una pista y luego pensar sobre ella.
Cuando lograba " creer" dónde estaba y coincidía con mi entorno, sin haber usado ninguna " pista" me sentía tremendamente feliz.
Por el contrario, cuando no lograba saber mi posición y con las " pistas" dibujaba mentalmente dónde estaba, se producía en mi cabeza una sensación muy desconcertante. O sea, si desorientarse era difícil de asimilar, orientarse por fracciones y que eso no coincidiera con la noción que mi cabeza tenía del lugar que ocupaba, era una ensalada de neurotransmisores exaltados y confundidos.
Ya más de adulto seguí con el juego, pero menos. Cuando voy al campo se puede hacer mejor por el silencio y la oscuridad, pero es más desesperante por ese mismo motivo.