Me dedicaría a MIMO.
Sería el MIMO de la Catana, y le volaría la cabeza a cualquier automovilista que se atreva a bajar de su vehículo.
Eso si, tendría mi catana no imaginaria escondida entre medio de mis atuendo de mimo, mientras estoy en la esquina divirtiendo a la gente, haciéndoles creer que estoy dentro de una caja invisible, o que estoy tirando una cuerda que nadie puede ver, pero mis ojos además de expresar sentimientos y situaciones, estarán alerta ante cualquier persona que se quiera bajar de su vehículo en la esquina en la cual esté haciendo mi arte.
Si nadie se baja de su auto, terminaría el día animando el cumpleaños a la hija de un señor que me contratará, así que ahí estaré, mirando a cada niño, niña, mamá, papá o a cualquier amigo que llegue a la fiesta y se atreva a acercarse más de la cuenta a mi pared invisible, no se esperará a que de entre mis ropas saque la catana que le da el nombre a mi personaje, que tan muda como yo, blandirá en el aire, para en el último segundo y en cámara lenta, girar y bajar en dirección al cuello de ese amigo del padre de la cumpleañera, para no darle tiempo a que saque algún cuchillo imaginario.
Y los últimos minutos que me queden, me dedicaría a limpiarles las salpicaduras de sangre de la cara a los invitados y morir en paz y en silencio.
