Desde el piloto nos queda claro que
The Walking Dead es una serie que se toma su tiempo para contar las cosas. Encaja dentro de la ya no tan nueva ola de series cinematográficas cuyo ritmo es totalmente imprevisible y donde la cámara puede detenerse durante 5 minutos en una conversación intrascedente, siempre en beneficio de los personajes, claro.
El problema es que cuando solo cuentas con 6 capítulos y una trama que va eliminando a esos personajes rapidamente no tiene sentido desperciar tanto metraje explicando su psicología.
De todas formas,
el piloto cumplía su función introductoria y se centraba más en situarnos en un contexto apocalíptico y desolado, quedándose sin tiempo para divagar en océanos personales como sucede más adelante. Teníamos a un protagonista que iba descubriendo el nuevo mundo a la vez que el espectador, acompañante de lujo en un viaje con una de las misiones más nobles y recurrentes:
encontrar a la familia perdida. Además, al contrario de lo que sucedió con Martin Scorsese y su anodino trabajo en el piloto de
Boardwalk Empire, la pericia que Darabont ha demostrado en la pantalla grande quedaba patente en cada segundo de metraje.
A una primera entrega
más que notable le siguió un segundo capítulo donde conocíamos mejor a los componentes del grupo de supervivientes.
Quizás este sea el episodio más redondo y equilibrado, o por lo menos el más recordado, y no solo por ese hilarante paseo con disfraz de zombie, ya que su final con
Merle abandonado a la horda de caminantes ha sido lo más comentado de toda la temporada. Aunque siempre en previsión de un regreso que no nos han dado.
En la tercera entrega fue donde
las cosas empezaron a flojear. Se trataba de un
episodio directamente aburrido. Tras el esperado reencuentro de Rick con su familia, nos quedamos huérfanos de golpe de una trama principal y todo empezaba a girar en torno a las relaciones entre el grupo de supervivientes. Lo que echábamos de menos en el piloto (la profundidad de personajes)
comienza a sobranos por todos lados y solo el final con la mano de Merle nos daba algo de esperanza. Por fin vislumbrábamos un nuevo objetivo: un peligro de naturaleza humana, treméndamente violento y lleno de un rencor hasta cierto punto justidificado. Vamos, un villano en toda regla.
En el cuarto la trama se alejaba de ese prometedor sendero de forma irreparable hasta el final. Comenzaban las
idas y venidas sin demasiado sentido de los protagonistas y lo más acertado acababa siendo ese grupo de bandidos reconvertidos a enfermeras. Otro episodio centrado en el desarrollo de los personajes donde se hacía evidente que el nuevo objetivo de la serie era y es ir retratando las diferentes situaciones y relaciones que se dan entre los supervivientes al holocausto independientemente de su raza, edad o sexo. Curiosamente, Merle también es retratado como un racista y el marido de Carol como un machista, dos características que en este nuevo mundo te condenan a la inadaptación.
En el 5º
más de lo mismo. En este caso el eje es la pérdida de los compañeros a medida que se suceden los ataques de los caminantes. Amy y Jim son los dos ejemplos perfectos de la víctimas que sigue generando la epidemia una vez el mundo ha quedado devastado. Otra vez un
mal equilibrio entre el drama y la acción. Lo que si es nuevo son los cambios con respecto a la novela gráfica. A estas alturas Shane tendría que haber muerto en el asalto al campamento y el Doctor Jenner ni siquiera debería existir.
Por lo menos el final funciona y nos quedamos realmente intrigados por ese médico que al más puro estilo
Soy Leyenda intenta encontrar la cura para el virus. Lo que realmente vemos son nuevas esperanzas de comprender hacia donde se dirige la serie. Esperanzas que una vez más se verán frustadas en la final.
El final (1x06 TS-19)
Nota: 4
Este capítulo que cierra la primera temporada
ha sabido a completo relleno. Comienza con un flashback del día en el que Shane fue a rescatar sin éxito a Rick del hospital, y comprobamos que en efecto no mintió asegurando que su compañero estaba muerto ya que eso creía. Aunque aún tenemos la duda de si realmente no oyó latir su corazón al poner la cabeza en su pecho, pero entonces ¿Por qué puso la camilla bloqueando la puerta?
Por su parte la trama -inventada con respecto al cómic- del
Doctor Jenner igual hubiera servido para llenar los diarios vacíos que te encuentras en el suelo cuando juegas a un
Resident Evil, pero en absoluto basta como argumento central de un final de temporada a la altura de las expectativas. Ni la carga emotiva con respecto al paciente 19 (su esposa) o el trabajo de Noah Emmerich (el perfecto colega de El Show de Truman) funcionan como deberían. Quizás si nos hubieran ido ofreciendo pequeños fragmentos de su historia no solo en el quinto episodio, sino desde el primero o segundo, nos habría calado más hondo.
Una vez en el refugio somos testigos de la primera escena de normalidad entre este inesperado grupo de amigos. Tras saquear la bodega de Jenner todos parecen más relajados. ¿Todos? No, un pequeño ayudante del Sheriff sigue con la mosca tras la oreja desde que regresó Rick y no está dispuesto a renunciar a su nueva conquista. Como ya hemos comentado, Shane a estas alturas de la historia en la novela ya está muerto, así que la única razón para que lo mantengan con vida es poder aprovechar la tensión que genera ese triángulo amoroso, o lo que es lo mismo, disponer de una trama en la recámara para llenar minutos vacíos como el amago de violación sin consecuencias de este capítulo.
Pero los errores en este 1x06 van más allá. Una vez que te has resignado a no descubrir nada sobre Merle o sobre el origen del virus, al doctor Jenner se le va la olla y entra en una repentina fase sectaria de suicidio colectivo. Al parecer los protagonistas han llegado al centro justo cuando quedan unas pocas horas de energía
(¡Maldita casualidad!), momento que el anfitrión utilizará para que el sistema de seguridad purgue con fuego el lugar, a ellos incluidos.
No tiene mucho sentido dejar entrar tras muchas dudas a unos extraños a tu hogar para luego intentar matarlos de una forma tan absurda, ¿No os parece? Además, ¿Por qué nadie propone torturarle para que entregue el código de activación de la puerta? Se ha notado demasiado que esta línea argumental ha sido una improvisación del propio Darabont. Incluso da la sensación de que inicialmente la idea era mostrar un tiempo considerable en el refugio que finalmente desembocara en la destrucción de toda la zona como ya hemos visto, lo que hubiera quedado mucho menos forzado. Sea como fuere, Kirkman ha declarado que le parece un añadido con mucha calidad y que aunque él nunca haya concedido nada de importancia al origen de la infección, le parece una idea muy interesante con la que jugar en pequeñas dosis.
Volviendo al episodio, una vez el doctor entra en razón sólo Jacqi decide quedarse en ese ataud con cuenta atrás junto al suicida, que en
un golpe de efecto casi ridículo susurra unas misteriosas palabras al oido de Rick.
Un recurso excesivamente gratuito y que seguro deparará juego en el futuro. Tratándose de Jenner me imaginó que le habrá confesado una cualidad oculta del virus o de los infectados. No ha estado del todo mal la tentativa del anciano a quedarse acompañando a la rubia. “
No puedes entrar en la vida de alguien y luego salir sin más” dice. Una amistad que solo se hubiera labrado en este contexto. Un ejemplo más de que la psicología de los personajes es el eje de
The Walking Dead.
El resto emprenden una fuga desesperada que les devuelve en el desolado yermo del que venían huyendo. Al final nos quedamos sin explicación para la epidemia y la parada en el CDC termina siendo otra visita más en ese tour que nos muestra las consecuencias de la infección en personajes de todo tipo y clase.
Y comienza a dar la sensación de que se trata de un safari sin un objetivo concreto más allá de la supervivencia. Al final resulta que no había tanto que contar. Al final va a resultar que 6 episodios eran suficientes.
Ojala que
The_revenge no se enoje con esta asertiva critica a la serie. XD
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