DemonDevil
Legionario
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Vuelve a mi memoria aquella aventura estival transcurrida entre juegos de paletas, calor endemoniado, borde costero inmenso para recorrer y todas las tardes los atardeceres mas maravillosos que pueda tener una persona recuerdo.
Se llamaba R… ojos café claro, cabello largo y liso, una mirada perdida entre la bruma matinal del sueño, caderas breves y un pequeño par de senos que durante la noche parecían aumentar su tamaño según mis manos recorrieran su loca geografía besada por el sol, bronceada por mis ojos, degustada por la sal marina del agua de playa.
Nos conocimos ahí mismo en la playa de Quintero, por obra y gracia de los amigos de unos amigos que rápidamente fueron a dar lejos de nuestra historia.
Fue conocerla y no querer estar lejos de ella. Compartimos momentos de alegría, diversión, ocio y rápidamente amor, de ese amor arrebatador que subyuga los cuerpos y tamiza de un dorado esplendor cada momento en que se está con esa persona.
Amor poderoso, sublime, huracanado.
Un amor, que lejano en el tiempo, descubrimos intenso, pletórico de dicha, dulzura e intensidad sexual pero también con fecha de defunción: el término de las vacaciones, luego del Festival de viña.
Nos despedimos una tarde melancólica casi como a estas mismas fechas, yo volví a Santiago y ella se quedó en su ciudad costera. Nos prometimos que volveríamos a vernos. Jamás lo hicimos. No se por qué.
Un amor de verano, creo, sólo debe ser vivenciado en verano.
A alguien mas le ha pasado que un amor de verano sólo funciona en verano, aún cuando el sentimiento haya sido real, tan real como los latidos?
Abro este tema aprovechando el fin de las vacaciones, el fin de muchos pololeos de verano, y el fin del último verano de nuestras vidas.
DD
Se llamaba R… ojos café claro, cabello largo y liso, una mirada perdida entre la bruma matinal del sueño, caderas breves y un pequeño par de senos que durante la noche parecían aumentar su tamaño según mis manos recorrieran su loca geografía besada por el sol, bronceada por mis ojos, degustada por la sal marina del agua de playa.
Nos conocimos ahí mismo en la playa de Quintero, por obra y gracia de los amigos de unos amigos que rápidamente fueron a dar lejos de nuestra historia.
Fue conocerla y no querer estar lejos de ella. Compartimos momentos de alegría, diversión, ocio y rápidamente amor, de ese amor arrebatador que subyuga los cuerpos y tamiza de un dorado esplendor cada momento en que se está con esa persona.
Amor poderoso, sublime, huracanado.
Un amor, que lejano en el tiempo, descubrimos intenso, pletórico de dicha, dulzura e intensidad sexual pero también con fecha de defunción: el término de las vacaciones, luego del Festival de viña.
Nos despedimos una tarde melancólica casi como a estas mismas fechas, yo volví a Santiago y ella se quedó en su ciudad costera. Nos prometimos que volveríamos a vernos. Jamás lo hicimos. No se por qué.
Un amor de verano, creo, sólo debe ser vivenciado en verano.
A alguien mas le ha pasado que un amor de verano sólo funciona en verano, aún cuando el sentimiento haya sido real, tan real como los latidos?
Abro este tema aprovechando el fin de las vacaciones, el fin de muchos pololeos de verano, y el fin del último verano de nuestras vidas.
DD