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Antes no donaba ni una hueá y esperaba que la cajera buscara las monedas. Después me aburrí y para no demorar más la fila del supermercado dono la hueá no más.
Una vez en una farmacia me pidieron donar como $14
Hoy fui al banco a hacer un depósito. El asunto es que me correspondía un peso, si, un mísero peso de vuelto, pero no me lo dieron. Nunca me dan los $1-4$, a veces ni siquiera los $5, pero nunca los pido total, cuando uno anda apurao prefiere perder 5 pesos que su tiempo. Esta vez lo pedí, más que nada porque andaba con tiempo, tenía que hacer hora y me parecío una buena manera. La cajera me respondió instantáneamente "no tengo", pero después miro la caja 5 seg, sacó la moneda y me la dió. Me puse a reflexionar, en la mayoría de centros comerciales, sobre todo supermercados-farmacias, los wns ponen precios terminados en 7, 3, 9, onda, la leche que te cuesta $697 o el remedio pa' la tos, $1099, y así, siempre que al final la suma no es exacta, y esos pesos que andan dando vuelta o los donas (se los regalas al local para que el lo done y no pague impuestos mejor dicho) o te cagan, y al final, por el alto volumen de compras y clientes, no deja de ser una suma considerable. Otro caso, en librería Giorgio acá en Concepcion, los qlos siempre cobran precios onda $1996, y te cobran las dos lucas, en todos los productos es así, esa weá a la larga les da un monto que no declaran, y les entra directo a sus arcas. Dejo un artículo para complementar:
Crítica a… el vuelto del supermercado
Por Polvorita el Payaso
¿Cuántas veces te has quedado pensando en que te cagaron con el vuelto en el supermercado, pero no alegas porque es muy poco el monto: “son un par de pesos no más”, o porque “solidarizas” con la cajera que no cuenta con esos pedacitos de aluminio en la registradora?
Desde hace un tiempo hasta ahora ha venido pasando ésto y no hemos dicho mucho. Simplemente, a la hora de pagar por los productos que compramos, NO nos dan los pesos correspondientes al vuelto; no decimos nada y no nos dicen nada. Queda todo en un tonto silencio cómplice, en el cual la cajera sabe que te jodió y tú te sabes jodido, pero no para beneficio de alguno de los dos.
Muchas veces criticamos el destino creado para los famosos pesos del vuelto y no lo donamos, o lo entregamos conscientemente a una que otra causa. Y, si bien las campañas de beneficencia gracias al vuelto cuentan con formas para que no puedas decir que no, uno puede, si es que quiere, tener un espacio de tiempo (unos cuantos segundos) para reflexionar sobre la donación. Eso teniendo en cuenta la presión moral ejercida por la mirada punzante de la cajera y de las personas que vienen en la fila para pagar, cual evaluadores de la calidad humana y solidaria.
Sin embargo, existe un sistema para hacerse de esas chauchitas que, por lo menos, se puede decir que es cuestionable.
Explicado por el mismo jefe de sala de un supermercado en Ancud, éste argumenta que están conscientes en la empresa que no es lo óptimo, pero que han inventado una forma de “compensar” al cliente ante esta succión de monedas, producida, según el personaje en cuestión, por la “escasez” de monedas de peso.
El redondeo a lo “chilean güey”
Este método, que se asemeja en la lógica de no perder morlaco alguno por parte del comerciante, podría decirse que es una variación menos ética de la tradicional compensación por medio de pastillas y dulces de peso, fenómeno cada vez menos visto.
En este sentido, la nueva forma (que no es ni tan nueva tampoco) contempla una rebaja o aumento del precio total de la compra, dependiendo de cuanto decimal traiga la boleta.
Me explico: si sale el total de la compra $2.594, por ejemplo, cobrarán $2.590. Ante lo cual uno podría decir, con la frente en alto, que es justo porque el supermercado no tiene los pesos para dar el vuelto exacto, por lo cual decide generar una rebaja y no ganar.
Sin embargo, si la cuenta marca un número final como $2.596, te cobrarán $2.600.- Qué!!!
Yo jamás he sido un genio en matemáticas y estadística, pero me da la impresión que este último fenómeno es el que con más frecuencia se manifiesta.
Negocio tan redondodo…
Teniendo estos antecedentes, llama profundamente la atención que los precios de los productos contemplen montos con decimales, lo que lleva por consiguiente a que la suma final indique, casi siempre, que se va a aplicar el método.
Así, existen clientes que son “premiados” descontándoles un par de pesos y otros que lamentablemente son castigados por no haber sabido sumar bien para ganar el beneficio.
Esta suerte, la del cliente desafortunado, se traduce en que es él quien paga el premio del cliente afortunado, generando una especie de equilibrio en el mercado… perdón, en el supermercado.
Lo trágico de ésto es darse cuenta que uno fue el que pagó el descuento del otro.
Antes, la sinvergüenzura era disfrazada de forma más creativa y por lo menos te llenaban de pastillas de a peso o cachureos los bolsillos.
Pensando en lo anterior aterrizan preguntas en la cabeza… ¿por qué si los supermercados no cuentan con monedas de peso, la mayoría de los precios de los productos terminan con decimales? ¿Cuántas moneditas de peso pasan a las arcas del supermercado de esta forma al día, mes, año?
¿POR QUÉ SEGUIMOS DEJANDO QUE ÉSTO PASE?
Muchos podrán decir que ésto es una bravata infantil, sin importancia. Otros dirán que son sólo un par de pesos.
A mí me da la impresión de que si no hablamos de estas cosas simples, que pasan a diario y que no son justas, podremos padecer de otras tantas que se inventarán a costa de nuestro silencio.
Dejar pasar es transformarlas en normales, es acostumbrarnos a nunca decir nada.
Hoy tu monedita de peso, ¿y mañana qué?
Revista El Chucao – Noviembre 2010
Fuente: http://elchucao.cl/2011/02/14/critica-a-el-vuelto-del-supermercado/
PS: RedCompra.