EduAndres502
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Vengo a poner un poco la pelota al piso. Y es que en momentos en que ahora todos hablamos mal del antichileno de Alberto Fernández y hace un año atrás los zurdos hicieron lo mismo con Macri, quiero preguntar: ¿Qué porcentaje de todas estas crisis que ha vivido Argentina en el último tiempo le corresponde al argentino promedio, al que camina a pie?
Digamos las cosas como son. El argentino, sea peronista, radical o lo que sea, es una persona floja, malo para trabajar y con eternos delirios de ser del primer mundo. El albañil de los argentinos históricamente ha sido el paraguayo y cuando Chile lo pasó mal nosotros fuimos sus jardineros y mucamas. ¿Y dónde estaban ellos? Viajando afuera de su país con la plata dulce, créyendose la gran cosa porque tenían Formula 1 y dejando en claro que estaban a otro nivel porque eran aliados extra OTAN en la época de Menem. Pero de trabajo, ¡NADA! Y cuando les cayó la crisis en vez de levantarse todos quienes tuvieron la opción de arrancar de su país lo hicieron cuán ratas que abandonaron el barco antes de hundirse y los que se quedaron lo hicieron sólo porque no les quedó otra.
El argentino es el campeón mundial para criticar a su clase gobernante siendo que ellos solo son el reflejo de cómo son como sociedad. Ellos quieren trabajar poco y cobrar como si estuviesen en Roma o Madrid siendo que viven en La Matanza o en algún barrio de clase media empobrecida. Además son infantiles, todo lo reducen a una lógica futbolera y de barra brava. ¿Qué se le puede pedir a un país en que la siesta es una institución nacional? Para cierto sector mayoritario de la población hacer política es cantar canciones de fútbol, bailar al ritmo de una murga y comer choripán.
Muy simpáticos serán pero son flojos, no cumplen con la palabra comprometida y son pésimos pagadores, o sea, están condenados a la miseria. Un argentino difícilmente se vendrá a Chile si saben que para triunfar acá tiene que trabajar de sol a sombra por más 30 años y tiene que pagar por los bienes y servicios que consume. Ellos trabajan poco, duermen siesta y después se van al cafetín o al club a hablar de fútbol con los amigos. En suma, son unos vagos de mierda.
toda la razón