Cuando estaba en el liceo -3° medio- nos quedamos de juntar a vacilar una noche de sábado. Algunos de mis compañeros eran más sanos que la chucha y ni siquiera fumaban, menos aun tomaban, entre los cuales estaba yo.
Eran alrededor de las 2 de la madrugada en que nos encontrábamos en un sitio eriazo o abandonado, y oscuro, (solo iluminado por las luces de los postes de luz de la calle) compartiendo alrededor de 9 compañeros de curso una animada conversación, y tomando copete los que tomaban y fumaban. En eso, más hacia el norte, hacia la calle, a una distancia de unos 30 metros aproximadamente, se encontraba otro grupo de compañeros conversando; eran 3 y uno de ellos estaba sentado en un montículo, con la particularidad de que estaba ya curado, onda pálida y guajardos. Él se llamaba "Ricardo".
Nosotros abajo mientras tanto seguíamos nuestra propia conversación y vacilón (éramos unos 6 más o menos), cuando en eso de repente "siento" que cae una piedra grande a mi costado. Nadie de mi grupo se dió cuenta, y lo que hago es alzar la mano hacia el otro grupo de compañeros como diciendo "ya poh' weones, paren a ese curao, que no tire weás", y ellos a su vez también me alzaron la mano como protestando algo (???) Bueno, filo; me incorporé nuevamente a la conversación del grupo, cuando tres minutos después app, se siente que caen dos piedras a nuestro alrededor. Ahí todos nos dimos cuenta y le gritamos a los de arriba que se dejaran de wear y que pararan al curao odioso (pues pensábamos que era él, Ricardo, el que andaba weando con las piedras) Los de arriba también, a su vez, nos reclamaron que paráramos de tirar piedras. Los compañeros de arriba bajaron hasta donde estábamos , cuando -para nuestra sorpresa- ellos nos reclamaron a nosotros por estar tirándoles piedras a ellos. Aquí quedamos pa' entro. En eso empiezan a caer piedras y camotes alrededor nuestro, ya no una sino que varias. Alguien exclamó "están penando", y todos pensamos lo mismo creo. Nos fuimos rápido de ahí, cagados de miedo, levantamos a Ricardo que lo habían dejado sentado en el montículo curao' y nos fuimos a la calle; mientras caminábamos a paso ligero casi corriendo por el sitio eriazo a la calle seguían cayendo piedras y camotes hacia nosotros en razón de 2 o 3 cada 7 u 8 segundos. Agregar otro detalle sobrenatural al hecho sobrenatural en si mismo: ninguna piedra o camote siquiera tocó un pelo a ninguno de los 9 compañeros; a nadie le llegó un piedrazo ni siquiera en el pie.
Bueno, llegamos a la calle que colindada al sitio eriazo y cesaron los piedrazos. Entre nosotros dijimos que habían penado, y ya está, era. Seguimos caminando por aquella calle solitaria -deben hacer sido las 3 y media de la madrugada- cuando divisamos una casa en proceso de construcción, solo el hormigón grueso armado. No metimos ahí a seguir weando, conversando y tomando lo que chupaban. Ricardo, el curaito, se sentó y se apoyó en un muro haciendo el ademán que iba a guitrear, a lo cual otro compañero, el Mauricio se agachó para preguntarle si sentía bien cuando, en eso, éste compañero, frente a nuestros ojos, salió expulsado unos dos metros hacia atrás sin siquiera haber tocado al curao, acto seguido empiezan a caer piedras adentro de la casa en construcción. Ahíii nooo weón, quedamos todos locos, pensamos que todo el sector estaba embrujado, ¡qué chucha!
Abandonamos esa casa, y Mauricio (el que había sido expulsado por una fuerza misteriosa que provenía del mismo Ricardo, el curao) quedó pa la cagá y enojado (él también estaba pasado de copas pero no tanto); dijo que "sentía unas manos en su pecho", y ante la impotencia de tal situación y la experiencia vivida quería puro sacarle la chucha a Ricardo, y ahí todos nosotros lo paramos. En eso, que el Mauricio quería sacarle la chucha al Ricardo, éste como que se incorpora (como que se le quita la curadera) y dice lo siguiente mirando al Mauricio: "A Ricardo le podrás pegar pero no a mí: yo estoy hace 6 siglos acá" ¡Noooooooooo! conchetumadre, ¡¡onda posesión!! ahí todos locos ¡qué chucha! El Mauricio quedó más caliente aun y una y otra vez quería sacarle la chcuha, pero lo parábamos. En eso, llegamos a la calle principal, donde supuestamente pasaban los taxis colectivos, cuando Ricardo (el poseído a esa altura) se desploma como saco de papa, como desmayado, alcanzándolo a agarrar y, acto seguido, se escuchan que cae 1 piedrazo a unos 500 metros de distancia al norte y dos más a igual distancia hacia el sur. Nosotros, de súbito, lo que hicimos inconscientemente ahí mismo fue ponernos a rezar. Bueno, el asunto es que Ricardo se incorporó, y para aumentar más la sorpresa a los hechos extraordinarios y sobrenaturales vividos hasta ese instante, él no se acordaba de absolutamente nada; no tenía idea de lo que había sucedido; según él solo recordaba desde el comienzo del bacilón, todo lo demás ni idea. ((Detalle: cuando Ricardo -o la entidad- habló de que no le podrían hacer nada y que estaba acá hace seis siglos, su rostro no presentaba ninguna mirada maligna ni nada por el estilo, onda película de hollywood, no))
Recuerdo que esa noche yo tenía que irme con Ricardo, pues él vivía en la dirección donde yo iba. Pues bien, tomamos un colectivo que pasó, todos los despedimos schokeados taciturnos, y cuando estábamos en el asiento de atrás del colectivo lo único que atiné a decir a Ricardo "en serio wn, no recordai nada de lo que pasó" y él, mirándome con una sonrisa (era una persona bien simpática, amable, wena onda), simplemente me dijo "no poh'" Ahí dí vuelta la cabeza silente hacia afuera de la ventanilla del auto mirando el acaso, pensando en lo inexplicable.
Después siguieron pasando más cosas increíbles, extraordinarias y paranormales, pero no voy a contar porque me alargaría más que la cresta. El asunto es que luego se corrió la voz de los hechos por todo el curso, y de nuestro grupo de 9 buenos amigos y compañeros que vacilábamos los fines de semana, pasaron a ser como 25. Incluso nos tocó presenciar hechos paranormales en pleno luz de día, en el gimnasio de pesas, donde algunos de mis compañeros y yo acudíamos, por ejemplo, dos piedras que se te cruzan a gran velocidad en un pasillo de 2 metros de ancho por 10 metros de profundidad, donde no había nadie más que nosotros tres. Como dato, las piedras que se arrojaban de la nada siempre estaban calientes. Después también aparecieron eventos de piroquinesis o fuegos espontáneos, seres oscuros, prendidas y apagadas de luces, voces...dejamos como cargada una casa de un compañero en donde fuimos a vacilar, la media cagá. Tuvimos que salir.