Yo he tenido dos amigas maracas.
La número uno era una compañera de universidad. Aparte de maraca era loca, buena para el webeo y el copete (se curaba raja en nueve de diez carretes). Nunca me importaron sus pololeos de una noche (empezaba y terminaba en menos de 12 horas, jajaja), sus problemas mentales (estaba en tratamiento sicológico) ni que cambiara de pololo cada una semana y que además se aprovechara de ellos. No era mi amiga en el estricto sentido de la palabra, era mi partner de carrete y lo pasábamos la raja. ¿La clave? Nunca me enganché de ella. Sabía perfectamente que no llegaría a nada serio y para lo único que servía era para pasarlo bien. Pasó el tiempo y cada uno siguió caminos diferentes. La última vez la vi hace tres años y nos cagamos de la risa recordando weás.
La número dos la conocí muchos años después. La típica mamá soltera con hijos de varios weones que, aprovechándose de su buen físico, le gusta calentar la sopa a todo el que se le cruza. Como la consideraba amiga me pasaba por la raja las opiniones moralistas de los demás, hasta que después de la separación de su tercer marido (jajaja) pasó de maraca buena onda a maraca tóxica rancia. Además de saltar de una cama a otra, ahora lo hacía dejando botados a sus hijos hasta cuatro días y además bajo el efecto de las drogas. Se puso rancia en muchos sentidos y empezó a mentir constantemente. Ahí corté la amistad.