Hace unas semanas, apareció un artículo de la BBC hablando de lo difícil que es encontrar un amor vegano/vegetariano -hablaba de Londres, donde hay muchos más que acá-, y después de leerlo me dieron ganas de escribir este post para contar mi experiencia y darles algunos tips.
Llevo muchos años siendo vegetariana, y nunca he tenido un pololo que no coma carne. No sé cómo será con los hombres veggies, pero según yo, quienes intentan conquistar a una vegetariana se dividen en dos: a) los ilusos que creen que vas a volver a comer carne por ellos (“ya vas a ver lo que es bueno cuando te invite a un asado”), o b) los que aprovechan el tema para hacerse los lindos (“ni te imaginas lo que almorcé hoy: budín de alcachofas, ¡estoy casi vegetariano!). En mi experiencia personal, la gran mayoría opta por b). Los de la opción a) son los más odiosos, así que probablemente no lleguen muy lejos.
Sea como sea, si la relación prospera, por muy comprensivo y pro veggie que haya sido en la etapa de conquista, el omnívoro finalmente “saca sus garras”, y ahí olvídense de las llamaditas contándoles la ensalada que almorzaron. Esto se acentúa cuando el omnínovo es hombre, porque hay una vocecita estúpida que dentro de su cabeza le dice que comer carne es de súpermachos (también puede ser la voz de sus amigos y familiares). En este punto uno ya está engrupido, y yo les recomiendo que sigan, porque la idea no es quedarse solteros hasta que aparezca el príncipe o princesa vegan. Pero pongan las reglas desde un principio. Por ejemplo, mis reglas son:
Lavarse los dientes después de comer carne: nada más asqueroso que un beso en el que descubres que el otro comió carne. Esta regla la pongo desde un principio, y nunca hago excepciones. Si la cuestionan, les digo que me da asco, y que no tiene sentido dar besos con asco.
No entrar en discusiones estúpidas: si ya me paso dándole explicaciones a desconocidos, con eso tengo suficiente. Creo que no tiene sentido “pelear” por algo que es obvio. Si estoy con alguien, es porque sabe cómo pienso. De vez en cuando conversar el tema no está mal, pero si se la pasan discutiendo sobre el vegetarianismo y uno de los dos come carne, la relación se va a desgastar.
No aceptar “pruebas de amorshh”: aún no me ha pasado, pero es obvio que si alguien me pidiera que coma carne por él (por no incomodar a su familia, o por alguna razón más estúpida), creo que no tendría mucho más que conversar. Los principios no se transan, por muy enamorado que uno esté.
A mí, al menos, estas políticas me han resultado siempre. Y aunque ningún pololo se hizo vegetariano, me atrevo a asegurar que todos bajaron su consumo de carne (lo de los besos es un buen incentivo, jeje). Ahora, con mi novio actual ya tenemos ciertas cosas conversadas: cuando vivamos juntos no habrá carne en la casa y nuestros hijos serán vegetarianos hasta que tengan la capacidad de decidir. Ven? Las relaciones con omnívoros pueden resultar bastante bien
... nada peor que la pareja te quiera convertir a su estilo de vida, ninguneando el tuyo 
