LOS SICÓPATAS DE VIÑA
Se aplica la pena de muerte por última vez en Chile
En 1985, fue la última vez que se aplicó la pena de muerte en nuestro país. Esta es la historia de dos ex carabineros, Jorge José Sagredo y Carlos Alberto Topp Collins; condenados por homicidio, violaciones, robos y otros delitos.
Detenidos el 4 de marzo del 1982, los ex carabineros, conocidos como los "sicópatas de Viña del Mar" pasaron a engrosar la larga lista de condenas a pena de muerte que registra la historia policial chilena.
En Quillota, los condenados esperan la ejecución o el indulto presidencial, el que finalmente fue denegado por el Ejecutivo. Los condenados ocupan el primer piso del viejo edificio penitenciario. Están en celdas separadas, para recibir las últimas visitas de sus familiares.
Hasta la medianoche del lunes 28 de enero, numerosos curiosos permanecen apostados a las cercanías de la cárcel. Funcionarios policiales instalan cordones a una cuadra de distancia, para mantener alejada a la gente.
Una vez que los 28 periodistas acreditados completan la sala, el Director Novoa informa sobre las armas que serán utilizadas: subametralladoras UZI, de 9 milímetros. Sólo 5 minutos antes del ingreso de los reos al patíbulo, los periodistas podrán ocupar sus sillas.
05.29 am: por la calle Chacabuco ingresa el bus con los fusileros escogidos por gendarmería para la ejecución. Con sus cortinas cerradas, el bus ingresa por el portón del estacionamiento colindante a la cárcel, precedido y seguido por vehículos policiales.
A las 05.48 horas se levanta una cortina del fondo. Dos gendarmes ayudan a caminar a Jorge Sagredo, con grilletes en los pies. Tras él avanza el capellán Carlos Morales. Según los periodistas que estaban presentes, se escuchaba un "Dios te salve María...".
Algunos metros tras él ingresa Carlos A. Topp Collins, asistido también por gendarmes. Su cabeza mira hacia el frente, le cuesta más caminar con los grilletes. Lo apoya espiritualmente el sacerdote Eliseo Órdenes. Al igual que Sagredo, sus ojos están cubiertos por un paño negro.
05.49: los gendarmes sientan a Sagredo y a Topp Collins en sus respectivos banquillos. Les retiran las esposas y cruzan sus brazos por detrás del poste. Desaparecen los grilletes de sus pies. Los guardias de seguridad atan sus pantorrillas a los soportes del asiento. Los condenados rezan.
Faltan 15 segundos para las 05.52. Desde la puerta lateral de la izquierda, aparecen dos oficiales de gendarmería. Tras ellos llegan los 16 hombres que serían los encargados de llevar a cabo el ajusticiamiento. Forman dos pelotones. Ocho de pie y los restantes hincados.
Son las 05.52, el primer oficial baja su sable y de inmediato se oyen las descargas de las 16 subametralladoras UZI, que ponen fin a los condenados.
Las balas dieron de lleno en el corazón de Sagredo. Casi un minuto después de haber recibido los balazos su cabeza cayó sobre el pecho, pero volvió a levantarse; fue entonces cuando se hizo presente uno de los médicos, pero, instantes después su cabeza nuevamente volvió a caer.
Topp Collins quedó con su blanco prendido al pecho, al parecer intacto. Después de algunos minutos, el corazón de Collins aún se mueve. Un segundo médico se le acerca. Todos piensan que sería necesario utilizar un "tiro de gracia".
A las 05.58 los médicos abandonan los cuerpos y desaparecen. Sagredo y Topp Collins ya no se mueven. Habían muerto.
A las 05.59 otros gendarmes proceden a desatar los cuerpos de los ajusticiados. A las 06.00 los cadáveres son depositados en las camillas y retirados hacia el interior de la cárcel.
Después de la ejecución, los familiares ingresan al penal para poner los cuerpos en las urnas y dirigirse al Cementerio de Playa Ancha para sepultar de inmediato, sin velorio previo, a los condenados.
El cuerpo de Jorge Sagredo fue sepultado en el Cuartel de Tierra número 11, en la sepultura 12 de la última corrida 23. Casi al mismo tiempo, en el cuartel N, cuerpo A, fue sepultado en el nicho número 325 del segundo piso, el cuerpo de Carlos Alberto Topp Collins.