anonio1977
Hincha Huevas
- Registrado
- 2007/02/02
- Mensajes
- 0
maritasexy33 propuso el tema
"Alguien vive en una casa donde murió o asesinaron a alguien?"
Y humildemente creo que mi historia da para ser un tema. Lo que cuento es real, me pasó, lo mínimo que pido es que sean respetuosos en sus respuestas.
*******************************************
Hace 2 años compré mi casa en san José de Maipo. Está en el sector de Las Vertientes, para que tengan una idea, el valor promedio de las propiedades en esa localidad es de 100 millones. Con mi señora encontramos una casa fantástica, de madera, muy grande, con una pequeña bodega en el fondo, la cual estaba llena de cachureos, ya que todos los que habían vivido ahí antes dejaban su aporte y no se los llevaban; el dueño me la ofreció en 35 millones. Como yo no me mostré interesado de inmediato, se bajó a 32 millones. Empecé los trámites con el Banco para el hipotecario, y el banco mandó un tasador, que la tasó en 90 millones !!!!. Yo me dije "conchetumadre, mejor apúrate porque este es "EL NEGOCIO". Cuento corto, el banco aprobó el hipotecario de un soplo, cerramos la compra. Nos fuimos vivir a nuestra nueva casa (mi señora y mis 4 hijos), y de repente, empezaron a suceder cosas extrañas...
En una pieza (la que teníamos solamente como estudio, con el computador, impresora biblioteca, 2 escritorios y dos sillones) siempre se encendía la luz por las noches, después de que todos nos íbamos a acostar o quedaba sólo uno en pie y, cuando uno la iba a apagar, se sentía un frío fenomenal, literalmente salía vapor de los muebles y de los artefactos, como si estuviera uno dentro de la congeladora.
Al tiempo, repentinamente vi la imagen de una mujer joven, que aparecía como reflejo en la ventana. Al principio me asusté mucho pero, preferí quedarme callado porque mi señora y mis hijos son remiedosos (a esa altura, sólo se entraba a la pieza cuando era de día). Obviamente no pasaron muchos días para que todos en mi familia hubieran visto la misma imagen reflejada en el vidrio.
Lo más sorprendente, fue que, un día, el frío se empezó a sentir de día y empezaron a pasar cosas en toda la casa: el equipo de música emitía un chicharreo a pesar de estar desenchufado, se sentían golpes en el entretecho (que se habían sentido antes, pero pensábamos que eran pájaros o ratones) y las cañerías de la casa sonaban como si alguien hubiera abierto alguna llave. Lo ruidos daban la sensación de dirigirnos a la pieza. La fecha era 15 de marzo, al rededor de las 11 de la mañana; entré a la pieza siguiendo los ruidos y cayó delante de mí, como si hubiera estado pegado al techo, una placa de madera de color rosado con un nombre escrito con pintura azul: "Lara Beatriz" Obviamente pregunté si alguien había visto antes la placa y nadie la había visto. Estábamos congelados del miedo. La placa era como esas que venden en las ferias artesanales para poner en las entradas de las piezas o sobre las cunas de las guaguas.
Llamé al sujeto que me vendió la casa y le dije todo lo que me estaba pasando y le pregunté si conocía a la tal "Lara Beatriz" (personalmente el nombre me gustó mucho porque la primera de mis hijas se llama Jazmín Beatriz). El huevón me confesó que su hija de 20 años dormía en esa pieza y decía que la penaban, pero que nunca le prestó atención, hasta que un día su hija apareció colgando de la lámpara. Se había suicidado. Eso sí, su nombre no era Lara Beatriz, pero sí reconoció que su hija lo había mencionado también.
Me quería morir, estaba metido en un crédito a 15 años, en una casa de terror, en la que ya una persona se había matado por culpa de esos eventos. A todo esto, ya casi no dormíamos, nadie de mi familia nos iba a visitar porque a todos les daba susto, tampoco teníamos un lugar alternativo donde irnos porque no es fácil reubicar a una familia de seis personas, 4 perros y una camionada de muebles. Más encima, algunos vecinos que ya se habían dado cuenta que éramos nuevos y vivíamos en esa casa, se nos empezaron a acercar para contarnos puras calamidades; con decirles que cada familia que había vivido ahí uno de sus hijos había enfermado de depresión y se suicidaba. Para que tengan una idea, Las Vertientes es un sector donde habitan casi puras familias de viejitos, en casas con terrenos de 1000 mts2 cuadrados cada uno, por lo que la relación entre vecinos es muy escasa. La única convivencia vecinal ocurre los domingos en la misa que se hace en la Capilla del sector.
Para mi resultaba imposible pensar en cambiarme de casa, por el tema económico más que nada, así que decidí empezar a ubicar a los dueños anteriores. Pregunté a la gente del sector, fui al Conservador de Bienes Raíces de Puente Alto (a estas alturas tenía harto tiempo porque ya me habían echado de la pega por tanta ausencia. Además todos creían que estábamos locos) y empecé a armar un listado de compradores de la casa desde que esta fue construida en 1962. Eran siete familias en total antes que nosotros. Con la ayuda del párroco de San José de Maipo de esa época pude verificar que efectivamente a todos se les había muerto un hijo en esa casa, salvo a la primera familia que se le habían muerto 4 hijas en esa casa.
Les cuento la historia con nombres y sólo el primer apellido. Don Juan Canello era un personaje oriundo de San José de Maipo, incluso fue alcalde de esa comuna, se casó con su prima Magdalena Canello y tuvieron 5 hijos. A este caballero lo ubique y fui a conversar con él tiene 85 años, está postrado en cama, vive en un modesto departamento en Santiago Centro junto a su señora algo más "joven" que él. Me contó que él, por los años 60 tenía una excelente situación económica, compró el terreno y mandó construir la casa que yo habito. Al tiempo, producto de su matrimonio entre primos, cuatro de sus hijas enfermaron de fibrosis (heredada), pero no todas juntas, sino una enfermaba y después que fallecía, enfermaba la siguiente. La pieza en la que suceden las cosas extrañas, fue la que en esa época prepararon para atender a la hija enferma debido a la facilidad de acceso, la iluminación, la vista hacia el patio y ventilación. Lo más triste que me dijo es que su primera hija en enfermar fue la menor, de cinco añitos, su nombre LARA BEATRIZ. Murió el 15 de marzo de 19XX. Lloré toda esa tarde con el relato de este pobre hombre, porque además estas enfermedades significaron su ruina económica.
Volví a casa y le dije a mi familia que el misterio estaba develado. Ahora sólo debíamos llamar al Párroco para que hiciera una misa en nombre de Lara Beatriz y que después fuera a bendecir la casa. Dicho y hecho. Se hizo la misa y al día siguiente el Cura fue a nuestra casa a bendecirla. No sé como explicarles las cosas que pasaron ahí. Fue espantoso, hubo temblores, se quebraron vidrios, vasos, floreros y hubo frío, mucho frío. De pronto todo se calmó. El Padre siguió con su bendición y volvió a repetirla dos veces más, pero ya todo estaba en calma. Eran ya las 20 horas. Luego invitamos al Cura para que se quedara a cenar, y por fin parecía que íbamos a tener una noche en paz después de 8 meses de tormentos. Nos acostamos súper confiados.
Estaba durmiendo, cuando siento que alguien me toca el hombro muy suave, casi me cagué. Me doy vuelta y era mi hija de cuatro años. Miro la hora, eran las 3 a.m. Le pregunto que le pasa y me responde: "Papi, es que mi amiga me dice que quiere sus juguetes" ¿Quién es tu amiga? ¿Cuáles juguetes? - le digo yo - mi hija me contesta: "Se llama igual que yo". Ahí me di cuenta que mi hija se llama Jazmín Beatriz. Empecé a temblar de pánico. Mi hija siguió diciendo "Mi amiga dice que los juguetes se los guardaron atrás porque pensaban que ya no los podía usar". Yo le dije dije que le dijera a su amiga que mañana los iba a buscar que ahora era hora de dormir, así que tenían que irse a la cama.
Obviamente me desvelé, pero de tanto pensar, me di cuenta que a lo mejor en la bodega había algo y resolví buscarlo al día siguiente.
A las 7 de la mañana, estaba desocupando la bodega, salieron estufas del año de la pera, máquinas de escribir, herramientas de jardinería, estaba entusiasmado porque eran cosas bonitas y que sólo estaban sucias. Cuando el cuarto estaba casi desocupado, veo un mueble muy sucio, de tres cajones. Era blanco, pero tenía una parte donde le faltaba pintura, como si alguna vez hubiera tenido algo pegado y que se lo sacaron. Fui a buscar la placa con el nombre que me cayó en la pieza y me dí cuenta que la placa pertenecía a ese mueble. Lo abrí y adentro tenía unas muñecas muy antiguas, el cuerpo era de tela rellena con algodón y la cabeza de loza o porcelana. Eran muy lindas, y estaban con unas cajitas que tenían ropa para las muñecas. Me dió una pena... hace años que no lloraba tanto, recordé que don Juan me había dicho que las niñitas no se podían mover por la fibrosis, así que no podían jugar, y seguramente Larita quería sus muñecas. Les juro que estoy llorando de sólo recordar la historia. Tomé el mueble y lo limpié; mi señora las lavó las muñecas y su ropita. Me preocupé de que, antes del anochecer de ese día 17 de noviembre el mueble estuviera en la pieza con las muñecas. Al principio lo dejamos en la pieza que inició todo el problema, pero mi hija dijo que su amiga iba a jugar con ella en su pieza así que debíamos dejar los juguetes en su pieza y así lo hicimos. Desde ese día, nunca más pasó nada.
Hemos visto en distintas ocasiones a mis tres hijas (el mayor es niño) hablando solitas con alguien que llaman Lara, pero ya no tenemos miedo, nos hemos acostumbrados, y hasta sentimos que las cuida, porque han tenido algunas "salvadas" milagrosas.
"Alguien vive en una casa donde murió o asesinaron a alguien?"
Y humildemente creo que mi historia da para ser un tema. Lo que cuento es real, me pasó, lo mínimo que pido es que sean respetuosos en sus respuestas.
*******************************************
Hace 2 años compré mi casa en san José de Maipo. Está en el sector de Las Vertientes, para que tengan una idea, el valor promedio de las propiedades en esa localidad es de 100 millones. Con mi señora encontramos una casa fantástica, de madera, muy grande, con una pequeña bodega en el fondo, la cual estaba llena de cachureos, ya que todos los que habían vivido ahí antes dejaban su aporte y no se los llevaban; el dueño me la ofreció en 35 millones. Como yo no me mostré interesado de inmediato, se bajó a 32 millones. Empecé los trámites con el Banco para el hipotecario, y el banco mandó un tasador, que la tasó en 90 millones !!!!. Yo me dije "conchetumadre, mejor apúrate porque este es "EL NEGOCIO". Cuento corto, el banco aprobó el hipotecario de un soplo, cerramos la compra. Nos fuimos vivir a nuestra nueva casa (mi señora y mis 4 hijos), y de repente, empezaron a suceder cosas extrañas...
En una pieza (la que teníamos solamente como estudio, con el computador, impresora biblioteca, 2 escritorios y dos sillones) siempre se encendía la luz por las noches, después de que todos nos íbamos a acostar o quedaba sólo uno en pie y, cuando uno la iba a apagar, se sentía un frío fenomenal, literalmente salía vapor de los muebles y de los artefactos, como si estuviera uno dentro de la congeladora.
Al tiempo, repentinamente vi la imagen de una mujer joven, que aparecía como reflejo en la ventana. Al principio me asusté mucho pero, preferí quedarme callado porque mi señora y mis hijos son remiedosos (a esa altura, sólo se entraba a la pieza cuando era de día). Obviamente no pasaron muchos días para que todos en mi familia hubieran visto la misma imagen reflejada en el vidrio.
Lo más sorprendente, fue que, un día, el frío se empezó a sentir de día y empezaron a pasar cosas en toda la casa: el equipo de música emitía un chicharreo a pesar de estar desenchufado, se sentían golpes en el entretecho (que se habían sentido antes, pero pensábamos que eran pájaros o ratones) y las cañerías de la casa sonaban como si alguien hubiera abierto alguna llave. Lo ruidos daban la sensación de dirigirnos a la pieza. La fecha era 15 de marzo, al rededor de las 11 de la mañana; entré a la pieza siguiendo los ruidos y cayó delante de mí, como si hubiera estado pegado al techo, una placa de madera de color rosado con un nombre escrito con pintura azul: "Lara Beatriz" Obviamente pregunté si alguien había visto antes la placa y nadie la había visto. Estábamos congelados del miedo. La placa era como esas que venden en las ferias artesanales para poner en las entradas de las piezas o sobre las cunas de las guaguas.
Llamé al sujeto que me vendió la casa y le dije todo lo que me estaba pasando y le pregunté si conocía a la tal "Lara Beatriz" (personalmente el nombre me gustó mucho porque la primera de mis hijas se llama Jazmín Beatriz). El huevón me confesó que su hija de 20 años dormía en esa pieza y decía que la penaban, pero que nunca le prestó atención, hasta que un día su hija apareció colgando de la lámpara. Se había suicidado. Eso sí, su nombre no era Lara Beatriz, pero sí reconoció que su hija lo había mencionado también.
Me quería morir, estaba metido en un crédito a 15 años, en una casa de terror, en la que ya una persona se había matado por culpa de esos eventos. A todo esto, ya casi no dormíamos, nadie de mi familia nos iba a visitar porque a todos les daba susto, tampoco teníamos un lugar alternativo donde irnos porque no es fácil reubicar a una familia de seis personas, 4 perros y una camionada de muebles. Más encima, algunos vecinos que ya se habían dado cuenta que éramos nuevos y vivíamos en esa casa, se nos empezaron a acercar para contarnos puras calamidades; con decirles que cada familia que había vivido ahí uno de sus hijos había enfermado de depresión y se suicidaba. Para que tengan una idea, Las Vertientes es un sector donde habitan casi puras familias de viejitos, en casas con terrenos de 1000 mts2 cuadrados cada uno, por lo que la relación entre vecinos es muy escasa. La única convivencia vecinal ocurre los domingos en la misa que se hace en la Capilla del sector.
Para mi resultaba imposible pensar en cambiarme de casa, por el tema económico más que nada, así que decidí empezar a ubicar a los dueños anteriores. Pregunté a la gente del sector, fui al Conservador de Bienes Raíces de Puente Alto (a estas alturas tenía harto tiempo porque ya me habían echado de la pega por tanta ausencia. Además todos creían que estábamos locos) y empecé a armar un listado de compradores de la casa desde que esta fue construida en 1962. Eran siete familias en total antes que nosotros. Con la ayuda del párroco de San José de Maipo de esa época pude verificar que efectivamente a todos se les había muerto un hijo en esa casa, salvo a la primera familia que se le habían muerto 4 hijas en esa casa.
Les cuento la historia con nombres y sólo el primer apellido. Don Juan Canello era un personaje oriundo de San José de Maipo, incluso fue alcalde de esa comuna, se casó con su prima Magdalena Canello y tuvieron 5 hijos. A este caballero lo ubique y fui a conversar con él tiene 85 años, está postrado en cama, vive en un modesto departamento en Santiago Centro junto a su señora algo más "joven" que él. Me contó que él, por los años 60 tenía una excelente situación económica, compró el terreno y mandó construir la casa que yo habito. Al tiempo, producto de su matrimonio entre primos, cuatro de sus hijas enfermaron de fibrosis (heredada), pero no todas juntas, sino una enfermaba y después que fallecía, enfermaba la siguiente. La pieza en la que suceden las cosas extrañas, fue la que en esa época prepararon para atender a la hija enferma debido a la facilidad de acceso, la iluminación, la vista hacia el patio y ventilación. Lo más triste que me dijo es que su primera hija en enfermar fue la menor, de cinco añitos, su nombre LARA BEATRIZ. Murió el 15 de marzo de 19XX. Lloré toda esa tarde con el relato de este pobre hombre, porque además estas enfermedades significaron su ruina económica.
Volví a casa y le dije a mi familia que el misterio estaba develado. Ahora sólo debíamos llamar al Párroco para que hiciera una misa en nombre de Lara Beatriz y que después fuera a bendecir la casa. Dicho y hecho. Se hizo la misa y al día siguiente el Cura fue a nuestra casa a bendecirla. No sé como explicarles las cosas que pasaron ahí. Fue espantoso, hubo temblores, se quebraron vidrios, vasos, floreros y hubo frío, mucho frío. De pronto todo se calmó. El Padre siguió con su bendición y volvió a repetirla dos veces más, pero ya todo estaba en calma. Eran ya las 20 horas. Luego invitamos al Cura para que se quedara a cenar, y por fin parecía que íbamos a tener una noche en paz después de 8 meses de tormentos. Nos acostamos súper confiados.
Estaba durmiendo, cuando siento que alguien me toca el hombro muy suave, casi me cagué. Me doy vuelta y era mi hija de cuatro años. Miro la hora, eran las 3 a.m. Le pregunto que le pasa y me responde: "Papi, es que mi amiga me dice que quiere sus juguetes" ¿Quién es tu amiga? ¿Cuáles juguetes? - le digo yo - mi hija me contesta: "Se llama igual que yo". Ahí me di cuenta que mi hija se llama Jazmín Beatriz. Empecé a temblar de pánico. Mi hija siguió diciendo "Mi amiga dice que los juguetes se los guardaron atrás porque pensaban que ya no los podía usar". Yo le dije dije que le dijera a su amiga que mañana los iba a buscar que ahora era hora de dormir, así que tenían que irse a la cama.
Obviamente me desvelé, pero de tanto pensar, me di cuenta que a lo mejor en la bodega había algo y resolví buscarlo al día siguiente.
A las 7 de la mañana, estaba desocupando la bodega, salieron estufas del año de la pera, máquinas de escribir, herramientas de jardinería, estaba entusiasmado porque eran cosas bonitas y que sólo estaban sucias. Cuando el cuarto estaba casi desocupado, veo un mueble muy sucio, de tres cajones. Era blanco, pero tenía una parte donde le faltaba pintura, como si alguna vez hubiera tenido algo pegado y que se lo sacaron. Fui a buscar la placa con el nombre que me cayó en la pieza y me dí cuenta que la placa pertenecía a ese mueble. Lo abrí y adentro tenía unas muñecas muy antiguas, el cuerpo era de tela rellena con algodón y la cabeza de loza o porcelana. Eran muy lindas, y estaban con unas cajitas que tenían ropa para las muñecas. Me dió una pena... hace años que no lloraba tanto, recordé que don Juan me había dicho que las niñitas no se podían mover por la fibrosis, así que no podían jugar, y seguramente Larita quería sus muñecas. Les juro que estoy llorando de sólo recordar la historia. Tomé el mueble y lo limpié; mi señora las lavó las muñecas y su ropita. Me preocupé de que, antes del anochecer de ese día 17 de noviembre el mueble estuviera en la pieza con las muñecas. Al principio lo dejamos en la pieza que inició todo el problema, pero mi hija dijo que su amiga iba a jugar con ella en su pieza así que debíamos dejar los juguetes en su pieza y así lo hicimos. Desde ese día, nunca más pasó nada.
Hemos visto en distintas ocasiones a mis tres hijas (el mayor es niño) hablando solitas con alguien que llaman Lara, pero ya no tenemos miedo, nos hemos acostumbrados, y hasta sentimos que las cuida, porque han tenido algunas "salvadas" milagrosas.