En verdad cipandrines, a mi no me ha tocado nada de lo que dicen sobre que hablan que en Venezuela esto o aquello, quizás porque no paso de cruzar con ellos más de dos o tres palabras cuando me atienden en alguna parte y mis experiencias son más bien escasas con los inmigrantes en general.
De todas las veces que he pedido Uber sólo me han tocado dos venecos, una mujer con la que me limité a intercambiar saludos y una que otra trivialidad; y un hombre con el que sí me fui conversando todo el trayecto.
Me contó que su hermana era médico pero que se había ido a Estados Unidos y él no tenía estudios pero que le gustaría estudiar aquí, que en nuestro país se podía vivir bien si tienes estudios y que quería hacerlo por su hija chica. Más que levantado de raja vi a alguien ilusionado, así que me vi en la obligación de decirle que: estudiar en Chile es caro y que de hacerlo, que estudiara alguna ingeniería civil, medicina o cualquier carrera tradicional o de lo contrario que mejor se quedara uberiando, que le iba a ser más rentable eso que otra cosa; que el techo para crecer en Chile es bajo, que las oligarquías, que la desigualdad y todo lo que no les dicen a estas pobres almas cuando le venden la pescá de que este país es poco menos que los Estados Unidos del sur.
Lo noté asombrado, apesumbrado y cada vez más callado. Llegué a mi destino, me despedí y le dejé propina incluso porque igual era buena onda, además que la iba a necesitar después de ese baño de realidad
2:
Enviado desde una patera al medio del Mediterráneo