Yo comencé en esto de los videojuegos con un Atari 2600 cuando era larva, y mucho tiempo después cuando conocí la N64 me pegué con SM64 como primer juego que tuve para esa consola (ya había pasado por la NES, SNES, microcomputadores Sinclair, portátiles, algunas cosas de Sega y el PS1 que a fines de los 90 estaba recién llegado a mi casa), consideré que era un juego perfecto y que el salto "cuántico" de las 2d a las 3d en este caso era impecable, sin ningún punto en contra.
Nunca había jugado ningún Zelda hasta hace poco, tengo el BoTW en Switch y en cartucho compré tiempo atrás el Majora's Mask y el OOT, (aparte de jugar hace un tiempo via emulación el Link to the past para conectar con todo este cuento Zelda), y decidí darles una probada. Año 2020, con haaaarto carrete videojueguil en el cuerpo, y la verdad es que ambos Zelda (que jugué a lo hipster en una consola N64 y con una tele CRT comprada para el caso) me dejaron loco.
No se trata de la gráfica (no me weís po, yo me vengo bajando hace ya unos meses del caballo luego de jugar al RDR 2 en 4K), ni la historia (me pulí todos los Metal Gear, incluso los de MSX via emulador), ni tampoco es efecto nostálgico ni de cabro chico (repito, nunca había jugado un Zelda en mi vida), y por ello no tengo objetividad para valorar desde ese punto de vista determinados adelantos como el Z targeting o el tocar la ocarina (venía además de tocar guitarra en el TLOU 2), y ya le había dado varias vueltas al BoTW. Se trataba de otra cosa. Era algo que trasuntaba el cartucho, era una especie de magia muy especial que se sentía al jugar. Detalles muy sutiles en el sonido, los silencios en la historia, la posibilidad de siempre salir airoso con jugadas imposibles, la música (una vez que interpretas y escuchas Song of Storms no la olvidas jamás). Quizá si lo hubiese jugado en su momento hubiese cacareado por años acerca de lo hermoso que es el OOT, pero lo jugué ya viejo, y con mayor objetividad puedo decir, desde la óptica de un jugador veterano, que se trata de una verdadera pieza de arte.
Mención especial para su hermano oscuro, el Majora's Mask, otra maravilla algo más compleja pero no menos bien hecha.