- No olvidaré el terremoto en sí y las réplicas más fuertes.
- A mis viejos aferrados a mí cuando esperabamos que terminara bajo el dintel de la puerta de calle.
- Cuando mi viejo dijo: "si tenemos que morir, moriremos juntos!"
- Cuando mi hermano se comunicó con nosotros 1 minuto después del movimiento y supimos que estaba bien. También cuando lo vimos llegar a la casa, 1 par de horas después.
- Cuando por fin pudimos ir a la casa de mis tías, que vivían en el casco antiguo de la ciudad (soy de Talca) y vimos por primera vez la destrucción, incluída su casa.
- Cuando comprobé que estaban con vida e ilesas, a pesar de que la casa se les cayó. Fue el único momento en el cual lloré.
- Cuando mi hermano y yo estuvimos con ellas y un vecino cuidando la casa de los saqueos, con una pared abierta a la calle por donde podía entrar cualquiera.
- Cuando estuvimos pendientes de los saqueos en nuestro propio hogar, armados con palos y fierros y con una fogata en la esquina que hicieron los vecinos.
- Escuchar los disparos y las chantadas de los autos esa noche.
- No podré olvidar jamás la gran compañía que nos proporcionó la Radio Paloma de Talca, único medio en pie tras el terremoto y que entregó una ayuda impagable para nuestra ciudad y región. Aún hoy lo siguen haciendo.
- Y por supuesto, jamás olvidaré a esa gente solidaria, amable, que quizás habías visto en la calle pero con la cual no habías cruzado palabras. Gente que estuvo ahí en un momento tan duro y que compartió tus temores, rabias, alegrías y esperanzas. Gracias a ellos y a todos los que tuvieron fuerza y coraje para ayudar a los demás y para resistir esta gran prueba.
Sorry por el papiro, pero salió del corazón.