Las condiciones laborales de los trabajadores en las amarillas, haciéndolas de cajero y de conductor y en constante peligro de asalto, eran prácticamente tanto o más precarias que las actuales. Sometido al estrés de captar la máxima cantidad de pasajeros lo que no pocas veces hacía que defendieran a combos su derecho de meter la punta pa pasar antes que otros conductores. O los choques de espejos, un clásico para amedrentar al conductor de al lado y hacer que de la pasada. En el aspecto laboral era simplemente la ley de la selva, una completa mierda tanto o peor que la actual.
El tema de la renovación y mantención de las máquinas y la tecnología asociada a la calidad del servicio es fundamental. Los "3000" empresarios no tenían plata para mejorar la calidad del servicio. Y no la tendrán jamás mientras este país sea un un callamperío subdesarrollado con un índice GINI de 0.63 donde 4.5 puntos del 5% del crecimiento económico corresponde a las operaciones del 1% de empresas. En estas condiciones ¿Quién tiene que asumir el rol revolucionario en el sentido de la producción? El Estado pues. Así las cosas, solo se ven 2 caminos para que un transporte público en la capital pueda ofrecer
calidad de servicio: ¿Subsidiar o expropiar? Se optó por subsidiar. ¿A quién subsidiamos, dijeron? Puta por un lado tenías al Consejo Nacional del Transporte,
la mafia ordinaria dueña del sistema de las amarillas, y por el otro,
la mafia elegante dueña del actual sistema de transporte. Optaron por los inversionistas elegantes, trayendo buses del extranjero y el Transantiago es el resultado.
¿A caso subsidiando a la mafia de Marinakis iba a ser distinto?
Claro que sí campeón, claro que sí.
Por supuesto que hubo políticas públicas como el pico, si es la concertación al volante, qué novedad hay en ello. Pero no por eso vamos a ponernos a decir disparates como el que haya sido la fijación del precio Escolar la causa de las carreras. La causa de las carreras está en "3000" empresas con dueños ordinarios y cagaos de plata, ordenandole a sus trabajadores que si no llegan con la cantidad de boletos cortados necesaria para mantener a flote una empresa constantemente al borde de la crisis financiera como toda pequeña empresa en esta callampería subdesarrollada de país, iban a ser despedidos.
Es idealista pretender que un estrato social tan precarizado del empresariado en Chile como lo es el propietario de la pequeña empresa, pueda responder con
precios y
calidad de servicio decentes. De hecho ya no fue así y económicamente hablando para este estrato social de la clase pequeñobuguesa las condiciones económicas no han mejorado mucho que digamos. Los resultados no serían muy diferentes
a los que sufrimos quienes usamos el servicio en los 90.
Por eso y todo lo ya lata y lateramente expuesto y por donde se le mire al asunto y dada las condiciones actuales y a la experiencia acumulada, concluyo que para tener un transporte público decente en Santiago definitiva e ineluctablemente
Hay que Expropiar.
mejor gobierno desde los tiempos de Pedro de Valdivia
